Andrés Mendizabal representa la cuarta generación de una saga iniciada por aquel férreo inmigrante vizcaíno dedicada, hace cincuenta años, a desarrollar la consignataria de hacienda de su mismo nombre.
Andrés IEL ESFUERZO DEL PIONERO
Andrés Mendizabal, primero de su apellido en llegar a la Argentina, nació en San Salvador del Valle el 1 de diciembre de 1887.
En 1899, con escasos once años, decidió emigrar a nuestro país. Se radicó en ese semillero de jóvenes vascos que era la provincia de Buenos Aires a fines del siglo XIX. Sus primeros pasos fueron en Guaminí.
En 1914, sólo cuatro años después que el partido de Caseros lograra su autonomía de Bolívar, se radicó Don Andrés en la estación Andant, donde llevaría adelante una obra profunda que aún hoy se recuerda.
Fundó allí un gran almacén de ramos generales y acopio de cereales llamado “La Gallina”, que durante la gran crisis del treinta fue un puntal inconmensurable para los colonos de las cercanías. Sus esfuerzos, sin embargo, repercutieron en su salud. Apenas cumplidos los cincuenta años el roble caía, dejando entre los suyos un imperecedero recuerdo y un catálogo de buenos ejemplos que no habrían de olvidar.
La Nación del 10 de febrero de 1938 publicó: “A los cincuenta años de edad dejó de existir ayer D. Andrés Mendizabal, comerciante y hacendado de destacada actuación en el partido de Caseros, en el sur de la provincia de Buenos Aires.
Aunque nacido en las provincias vascongadas, en San Salvador del Valle, sentía vivos afectos por la Argentina, donde vino a los once años de edad, para dedicarse intensamente al trabajo, con una gran fe en el progreso de la tierra.
Se dedicó desde muy joven al comercio y tenía un gran almacén de ramos generales en Caseros, ocupándose también en tareas agrícola ganaderas, en las que había llegado a ser perito.
Actuó en el Consejo Deliberante en distintas oportunidades, integrándolo como mayor contribuyente, para los asuntos importantes previstos por la carta orgánica de las municipalidades.
No se limitó a eso su actuación pública, pues además se distinguió por el apoyo moral y pecuniario que prestó a la colonia de estación Andant, a la que sostuvo especialmente durante la pasada crisis de los años 1930 a 1934.
Andrés IIFundador de "A.J. Mendizabal & Cía"
El hijo mayor de aquel inmigrante que llegó cargado de ilusiones fue Andrés Mendizabal. Nacido en Bolívar el 26 de marzo de 1913 y fallecido en Buenos Aires el 17 de septiembre de 1993, su larga y fecunda vida giró en torno a la consignación de hacienda.
Recibido de perito mercantil en el colegio Carlos Pellegrini, se graduó como Contador Público en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. Desde muy joven se apasionó por el sector agropecuario, y a los veintitrés años formó parte de la comisión Nacional de Granos y Elevadores, presidida por Emilio A. Coni.
La temprana muerte de su padre, dos años más tarde, lo obligó a regresar al campo en la localidad de Caseros (hoy Daireaux) y tomar las riendas de los muchos negocios referidos a la comercialización agropecuaria que ocupaban a su padre desde décadas atrás.
La realidad, providencialmente despojada, salía al encuentro de un teórico. Las enseñanzas duraron casi quince años, y dejaron en Andrés Mendizábal la posibilidad de tender puentes sólidos entre el campo y la ciudad, ejercicio éste último que define por sí mismo al consignatario de frutos del país.
En 1948 fue uno de los fundadores de la Sociedad Rural de Caseros que, a pesar de no prosperar en el tiempo, dejó sentada su existencia en los boletines que impulsó don Andrés, donde pueden leerse sus claras ideas sobre política económica.
De regreso a Buenos Aires, fundó en 1951 la Casa Consignataria “A. J. Mendizabal & Cía”, presidiéndola hasta su fallecimiento.
Como consignatario asumió la responsabilidad del productor, compartió sus angustias y participó de sus éxitos, afianzados a partir de una defensa sistemática. Consciente de que lo empresarial debe ir indisolublemente ligado a lo gremial, formó parte del Centro de Consignatarios de Productos del País, primero como secretario y desde 1960 y por espacio de diez años, como Presidente. Durante una década integró también el Consejo Directivo de la Bolsa de Comercio y la Comisión Asesora de la Junta Nacional de Carnes.
Le tocó sobrellevar duros enfrentamientos con el gobierno y en 1956 fue el principal ideólogo y gestor de la Comisión Pro Defensa y Recuperación del Mercado de Liniers, la cual obtuvo el objetivo deseado: que este último volviese a funcionar con regularidad, recobrando su función de formador natural de los precios de la ganadería argentina.
Para fortalecer las ideas que defendía con vehemencia dirigió el periódico La Producción, cuyas editoriales nos permiten apreciar sus conocimientos no sólo del negocio sino también de los comportamientos de los hombres públicos.
Heredero de un fuerte tronco vasco supo potenciarlo en la defensa de la actividad consignataria.
Andrés IIIEl Continuador
Al finalizar el siglo, el diario La Nación lo definió como “Hombre de campo por donde se lo mire, tanto en la condición de productor como en la de esa prolongación de la actividad ganadera que es la de consignatario, Andrés Mendizabal venera su trabajo por las mismas razones que amaron su padre y su abuelo del mismo nombre”.
Andrés Mendizabal, a cargo de la presidencia de la Casa desde 1994, también cursó sus estudios secundarios en el Colegio Carlos Pellegrini y luego obtuvo su título de Contador Público en la Universidad de Buenos Aires. Desde joven acompañó a su padre en la acción empresarial y gremial, conociendo en plena juventud los placeres y los infortunios de una actividad que ya lleva cuatro generaciones en su familia.
El tercer Andrés Mendizabal no puede precisar cuando comenzó a trabajar en la consignataria, tiene la sensación que lo hizo desde siempre.
Pero mientras que su padre se diversificaba en actividades, el actual Andrés amplió éstas y consolidó la Casa, luego de haber sorteado con éxito las graves dificultades que afectaron a las consignatarias en la década del 90 y la mayor crisis del nuevo siglo a fines de 2001.
Otro rasgo que Andrés heredó de su padre es la dedicación apasionada a la actividad gremial. Con igual ímpetu que su progenitor dedicó parte de su tiempo de manera honoraria a la defensa de la actividad. El Centro de Consignatarios de Productos del País lo cuenta entre sus directores durante tres décadas.
En esos treinta años ejerció la presidencia en dos oportunidades. La primera fue entre 1981 y 1983, reflotando “La Producción”, órgano de prensa de la entidad, luego de años de inactividad. Allí pueden leerse sus editoriales claras y concisas, destinadas a acercar al productor y el consignatario, eslabones fundamentales de una cadena que se debe reforzar día a día.
Continuó como Director Titular durante las décadas del ochenta y el noventa, formando parte de numerosas comisiones asesoras honorarias y prestando sus conocimientos profesionales para ayudar al gremio a comprender los vertiginosos cambios de las políticas económicas generadas en aquellos años.
Constante y tenaz defensor del productor agropecuario escribió numerosos artículos en salvaguarda de los intereses de estos, los cuales fueron editados en diversos diarios y publicaciones del país.
En 1997 sus pares volvieron a confiarle la presidencia de la entidad, que ejerció hasta 1999. En distintos períodos fue Consejero Titular de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, en alguno de ellos en representación del Centro de Consignatarios y en otros integrando las listas de consejeros que obtuvieron la mayoría de votos en las elecciones realizadas en la entidad a efectos de elegir sus autoridades.
Desde 2002 integra el Consejo Directivo de la Cámara Argentina de Consignatarios de Ganado.
Le toca hoy inculcar a su hijo de igual nombre las enseñanzas de su padre y las suyas propias, pues en la actividad comercial una experiencia de medio siglo, en un país tan joven como el nuestro, es un extra que no se puede desaprovechar.
Andrés IVLos desafíos del nuevo Milenio
Andrés Mendizabal representa la cuarta generación de una saga iniciada por aquel férreo inmigrante vizcaíno, dedicada hace cincuenta años a desarrollar la consignataria de hacienda de su mismo nombre.
Un esfuerzo heredado que le valió a la empresa familiar un lugar destacado en el sector agropecuario argentino, resguardando el legado de sus mayores en el desempeño de la gestión comercial con respeto, ética y honestidad.
Joven exponente en una actividad centenaria y graduado en Administración de Empresas, Andrés aporta sus conocimientos universitarios y sus ideas innovadoras para posicionar la gesta de su abuelo a la par de los desafíos del nuevo milenio.